lunes, 5 de noviembre de 2007

Un buen cóctel de pop y rock para mover los pies

Cientos de fans eran protagonistas de una interminable hilera organizada por personal de seguridad elegantemente vestido, que conducía a las inmediaciones del estadio de Vélez Sarsfield. A medida que pasaban los minutos la desesperación se hacía presente en quienes formaban fila para ingresar al Festival Yeah!

Con la puntualidad que caracteriza a cualquier conjunto extranjero, apenas cumplidas las 20, los parlantes del escenario acordaron expulsar los primeros acordes, en manos de los británicos de Starsailor. Un show con bastantes matices, algunos hits y un cantante con un peculiar fanatismo por intentar hablar en castellano, se mimetizaron con los pocos expectadores que a esa hora ya formaban parte del lugar.

Después de casi una hora de recital, los ingleses pusieron punto final a su actuación y dieron lugar a que el escenario sea poblado por los integrantes de Travis. Ya con un estadio casi lleno, la banda oriunda de Escocia presentó algunos de los temas de su último trabajo y repasó parte de su historia. Sobre el final, los músicos se abrazaron frente al micrófono principal y, casi como si estuviesen en un fogón, hicieron una versión acústica en cuatro voces y una guitarra del tema “Flowers in the window”.

Cerca de la medianoche, The Killers, la atracción principal del festival, pisó el escenario que ya estaba cubierto por una interesante escenografía que recreaba “Sam´s town”, esa ciudad imaginaria, basada en un casino, que la banda norteamericana creó en su último disco. A modo de ópera rock, las primeras tres canciones se fusionaron entre sí y dieron rienda suelta al delirio de miles de fanáticos.

Con climas tan variados que pasaron de un potente rock a la más romántica de las baladas, la banda recorrió casi la totalidad de sus dos trabajos discográficos, en una lista que incluyó sus canciones más conocidas, material nuevo y un pequeño homenaje a Joy Division.

Después de una hora y media de show, The Killers se cerró con “All these things that I´ve done”. Mientras el público coreaba los últimos versos, la banda se despidió, agradeció y segundos después el telón se cerró y las luces del estadio encandilaron a quienes allí estaban.

En el momento de la salida, la desorganización fue tanta, que incluso muchos tardaron casi una hora en abandonar el lugar. Este episodio puede haber opacado un poco el festival, pero lo cierto es que, después de cuatro horas de buena música, ¿quién te quita lo bailado?

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