Caminando por las tierras de la granja de la paz y el amor lo más posible era cruzarse con miles de hippies (denominación despectiva que les puso la gente), que se manifestaban en contra de la guerra contra Vietnam y a favor del amor libre, el ecologismo, el comunismo y el arte. Se identificaban por sus largos y desprolijos cabellos, sus amuletos y sus prendas casi tan coloridas como un arco iris.
El ambiente permanecía sobrevolado por una inmensa nube a base de humo de marihuana que, junto con miles de ideales, serían arrasados por algún viento pasajero que los llevaría a perderse entre la oscuridad de la noche y desaparecer para siempre.

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